Zona de trabajo que busca músicos

lunes, 4 de octubre de 2010

En Espera de Mejores Tiempos


Nunca hay que decir que los tiempos actuales son el preludio de días mejores. Cada jornada que pasa es una posibilidad nueva, por mas lúgubre que pueda parecer nuestra ridícula existencia acicateada por el cielo "panza de burro" de Lima. Por mas que leas cien biblias y todos los salmos, la esperanza nunca se aprende. Se construye. Los predicadores de religión chatarra se aprovechan de la pereza mental de la mayor parte de sus fieles para construir esas enormes catedrales de reglas morales y atajos prácticos que te lleven a la divinidad, al nirvana de saberte justificado en este mundo. Y la existencia de esa actitud banal permite la existencia de imperios millonarios encargados de vender muletas mentales para quienes pueden tener bien puestos los pies en la tierra.

Los dos pies. Sin muletas.

Pero claro, pararse en dos piernas como un niño que recién camina exige un esfuerzo que muchos pensamos como natural, pero que en realidad, en un momento dado, nos exigió esfuerzos extraordinarios. Y uno de ellos es el desarraigo. El principio del desarraigo materno comienza con nuestra capacidad para caminar y ser independientes. Un proceso que demorará entre 16 y 18 años, dependiendo de cuanto ejercitemos nuestra libertad de opción o la reemplazemos con tutorías emotivas.

El ser menor de edad es rendirnos a la tutela de alguna autoridad superior, llámese divina o ideológica (con su carga emocional adherida en ambas), en donde la libertad de elección está subordinada a lo que algunos llaman impropiamente "lo natural", contrabandeando muchas veces nuestros condicionamientos culturales como situaciones de facto y por ello fuera de cuestionamiento. El ir mas allá de eso constituye una trasgresión, y como tal existe un códice previamente establecido para señalar a los herejes: una serie de palabras y adjetivos que dejen de manera muy clara una impresión negativa y con una descarga emotiva que provoque una histeria colectiva digna de la "hora del odio" orwelliana en 1984.

En la época de los maoistas setenteros la palabra para describir a los herejes era "revisionista". Aunque existían tambien las palabras "burgués" y "feudal". Pero la primera era la mas lapidaria, porque se la embutían a sus propios hermanos comunistas quienes no se querían tragar el sapazo verde que supuso el stalinismo en la Unión Soviética.

En el año 2010, los tiempos cambian, más no las actitudes. La palabra herética se refiere a los huevos del esturión: "caviar". Y han revivido en el léxico palabras como "rojos" y "marxistas" y se han agitado los desvencijados espantapájaros que fueron tan poderosamente efectivos en décadas pasadas y cuyo mas perverso criminal sigue (y seguirá, espero) contando sus días de cautiverio y tratando de llenar su existencia vacía hasta que se pudra.

Pero he visto mucho optimismo. Y a pesar que recién podamos estar poniendo nuestros pies sobre la tierra después de mucho tiempo, siento que la cultura del miedo ha retrocedido. Y esta cultura no estaba detras de una candidatura política. Eso sería caricaturizar injustamente a un adversario (a). Está aún dentro de cada uno de nosotros que a veces no tenemos la dignidad suficiente como para hacerle un pare. Porque en la cultura palomilla de nuestra Lima (léase cultura criolla) esta muy bien visto humillar a quien es distinto. Es celebrado el que pone "chaplines" (¿alguien dijo caviar?) y quien maneja la "chacota", dos grandes baluartes de la falta de empatía que tenemos entre nosostros mismos. Y eso se celebra. Hasta es motivo de una campaña publicitaria de "chelas".

Yo por lo menos, he tenido la oportunidad de participar en un primer movimiento alrededor de los valores en los que creo, y que han movido a nuestra ciudad a un primer cambio, pequeño pero a la vez enorme en proporción a donde fue el punto de partida. Aún no está maduro. Pero al menos, es un principio. Y uno muy bueno.