Zona de trabajo que busca músicos

lunes, 14 de febrero de 2011

Cántaro 2 o Crónica de un Fracaso Anunciado


Carátula del cassette de
Cántaro editado en 1986

Hace poco traté aquí en el blog acerca de una vieja banda a la que pertenecí. Cántaro fue esa banda que con algunas intermitencias prolongó su vida útil aquí en el Perú desde 1986 hasta 1989. Yo salí en 1988 para luego volver por un breve período en 1989. En diciembre de ese año daría su último concierto. Luego de ello se intentó revivir al muerto en los 90 pero sin mayor éxito. Posteriormente Javier López Torres, su cantate y compositor principal, partiría a Europa.

A la banda le tengo cariño. Sobre todo porque es una época en que uno descubre la música como protagonista y no como oyente. Las primeras veces que tocamos éramos simplemente la banda de acompañamiento de Javier. Pero luego de tres conciertos se volvió evidente que teníamos un espíritu grupal. Cántaro debutó con ese nombre en el desaparecido local Unicornio de Barranco en Lima durante el mes de agosto de 1986. Al poco tiempo ya estabamos grabando los primeros demos de lo que se esperaba serían solo eso, demos para una buena producción discográfica posterior.

El romanticismo de esa época es algo que tiempo después he intentado recuperar en proyectos posteriores. Una onda comunitaria que pocas veces he vuelto a tener, sobre todo con mi posterior participación en Del Pueblo Del Barrio y Armando Lanota. Pero nada fue tan intenso como Cántaro. Es como tu primera vez. Y que mejor lugar para tener esa experiencia que como bajista. Sacar la armonía de un tema en el bajo sin saber nada es todo un reto. Sobre todo con los temas de Javier que no eran fáciles, tenían muchos cambios de acordes y truquitos por allí. Recuerdo que con mi instrumento le cambié la armonía a un par de ellos: Explicaciones al Miércoles y Luna de Carapongo. Sobre todo cuando hacía el truco de cambiar los bajos a una tríada dentro de la escala. Eso me sonaba recontranovedoso, sobre todo el crear acordes suspendidos donde no los había.

Pero Cántaro fue un fracaso que, como dice el título de esta entrada, estaba anunciado desde el saque. En primer lugar no eramos profesionales, nos faltaba una cabeza fría de ese corte que supiera llevar adelante el potencial que teníamos. O por lo menos que alguien de la banda pudiera haber asumido tal función. 
El viejo Korg Polysix con el que se grabó
la introducción de Señuelos 11 pm
En segundo lugar nunca tuvimos un manager, o alguien decente que ocupara ese puesto. Había un tipo que nos había prestado dos maravillosos teclados, que aún en esta época de sonidos virtuales yo extraño: el Korg Polysix y un piano eléctrico Sequential Circuits. A la luz del Yamaha Motif XS6 que tengo actualmente, ambos teclados hoy pierden. Sin embargo, a ojos cerrados hoy compraría un Polysix. Su sonido analógico de cuerdas es algo que aún hoy aprecio y extraño. Pues bien, este sujeto (cuyo nombre no recuerdo, solo por su apelativo de Durwud o Durbi) quería a cambio de su alquiler de teclados ser manager de la banda. En una época en donde conseguir instrumentos era un sueño imposible, cándidamente aceptamos. Resultó que el susodicho se llevaba la mitad de nuestros ingresos, además de ser la persona mas desatinada y con poco criterio del planeta. Y encima colocaba su nombre en los afiches no sólo como un músico más, sino como ¡director de la banda!

En tercer lugar estabamos los que integrabamos la banda: nunca se acometió seriamente el asunto de estudiar música para estar a la altura de lo que se requería, es decir la PROFESIONALIZACIÓN. El recuerdo que tengo grabado con fuego es el haber participado en el Sicla 1986 durante una fiesta privada en donde estuvieron gente como Pablo Milanés, Vicente Feliú, Fito Paéz y sobre todo Irakere cuya solvencia musical me dejó pasmado. "Tengo que estudiar" fue el lema que saqué aquella noche junto con la borrachera del siglo. Pareciera que nadie en la banda tomó esa determinación en serio. Lo demostraban nuestros ensayos que eran muy útiles y divertidos, pero por otra parte eran un pretexto perfecto para las borracheras de media semana o meternos todas las drogas que estuvieran a nuestro alcance. Las consecuencias de eso las pagaría la banda de manera muy cara posteriormente.

Y una cosa muy importante que aprendí: en la música no hay amistades, hay buenos músicos. Si reclutas a alguien solo por cuestiones amicales en tu banda, estás condenado definitívamente al fracaso. Pat Metheny lo explica con claridad: si sientes que los músicos de tu banda no son los mejores, cámbialos o vete a otra banda. En este punto recuerdo que Javier tenía un gran talento para reclutar a lo peor que circulara por allí. Entre él y Richi Susti (el baterista) formaban la dupla tremebunda que llevaría posteriormente los destinos de Cántaro al tacho. Y pensar que yo los presenté.

Por eso amigo lector, o futuro músico que lees este blog, si quieres hacer una banda solo hay una manera de enfrentarla bien: trabajo y disciplina. La imagen del músico-bohemio-borracho puede ser real pero es una mierda y no sirve para nada. El epílogo de Cántaro es que ninguno de sus integrantes ha desarrollado una carrera musical posterior. Unos por considerar al grupo solo un hobby, otros porque se dedicaron a otras profesiones. Y la droga también cobró su cuota en ello. No soy un santurrón en este tema y de hecho estoy a favor del libre consumo, pero drogas y música no es un coctel que se mezcle bien. El epitafio de esta historia debe de ser igual al de muchos otros grupos talentosos que deben haber existido en nuestro mundo: no tomar en serio tu trabajo te lleva al fracaso. Tan simple como eso.

PD. No te molestes en buscar al grupo en internet. Existen grupos con nombre similar en México y Chile. Pero del grupo nacional del que hablo no hay nada salvo una páginal en facebook. La trascendencia e impacto de Cántaro para la música nacional está reflejada en ese absoluto olvido en la web. Un descuido mas que lamentable producto del mal manejo al que me he referido en esta entrada.

Para finalizar un video de Cántaro (de los pocos que existen) en 1989 antes de mi reincorporación, con Oración de la Víspera basado en un poema de César Calvo.