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sábado, 22 de enero de 2011

Luis Jaime Cisneros


Hoy entierran a Luis Jaime Cisneros. Pocas veces se puede decir en este país que una persona pública es un buen hombre. Un ser humano reconocido como tal por sus semejantes y quien nunca hizo carrera pública en la incesante lucha por el poder en el que se desgarra a nuestro país. Y, paradojas de la vida, se despide con honores de ministro de estado. Luis Jaime creía firmemente en la política como la búsqueda de los actos del buen gobierno, un sentido griego de la cuestión en la tradición de los clásicos como "La República" de Platón. ¡Fuera con Maquiavelo y Sun Tzu!


Y ese era el sentido de su poder: un poder ético, un paradigma moral que pocas veces es alcanzable en nuestro país. Un poder que le ha ganado un reconocimiento sin fronteras en la tan dispersa y contradictoria sociedad peruana.


Quisiera tener la capacidad de chamba y de abstracción de Luis Jaime. Su ironía y sentido del humor. Envidio su longevidad tan productiva con la que aún en las vísperas de su propia muerte seguía trabajando. Ese tipo de vejez quiero yo. Conciente y creativo.


Tuve una especial relación con Luis Jaime, aunque nunca fui su alumno de lengua durante mi estancia en la Pontificia Universidad Católica. Alguién me sugirió conversar con él. Y yo era, por decir, un caso perdido. Y durante un período muy crítico de mi vida el me tendió su mano. Conversamos muchas veces en su oficina en Letras y me ayudó a definir mi vocación y mi rumbo. Tuve la suerte de tenerlo como amigo en el lejano año de 1986-7.


Y comprendo ahora la fuente de su poder, no en el ajetreo de las demostraciones de fuerza, ni en las vinculaciones con el mismo. Definitivamente fue en la docencia e ir mas allá de ella. El fue mi maestro a pesar de yo no haber asistido nunca a una clase suya. Por ello muchos de nosotros lo recordaremos con mucha alegría, porque así es como hay que recordar a los que nos dejan. Con lo mejor de ellos. Gracias.

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