Zona de trabajo que busca músicos

domingo, 27 de junio de 2010

Cerati y Molotov


Parece increible que hace dos meses fui al concierto de Gustavo Cerati, el 24 de abril en San Marcos. Justo acababa de comprar dos cds uno de Soda Stereo (Sueño Stereo) y otro de Cerati (Siempre es Hoy) los cuales, aunque parezca increible, los tenía en viejos, fieles y obsoletos cassettes. Lo de los cds, un fetiche sonoro, aún me gusta coleccionarlos porque aún creo en los "álbumes conceptuales" y hay que decir que muchos artistas se rigen, en estos tiempos del single y el MP3, bajo esos lineamientos. No pensé que ese concierto iba a ser histórico. La última vez que vería a Cerati en actividad en Lima. Luego de su lamentable enfermedad siento como si un amigo se hubiera marchado. Puede sonar a cliché (de hecho es un cliché) pero no encuentro una forma mas sublime y poderosa para decir que hemos perdido a un gran amigo. Si retorna del coma, ya lo afirmaron los médicos, no será la misma persona que conocimos. Mi padre sufrió un infarto cerebral y no volvió nunca de su "inconsciencia en vigilia" hasta el día de su muerte. Creo que lo mejor que podemos hacer es recordarlo como el músico de puta madre que nos ha regalado un huevo de temas para entonar y aprender. Porque del señor Cerati hasta el día de hoy recibo lecciones sin que haya venido alguna vez a mi casa a dictarme clases.

Un mes después me encontré agradablemente instalado en la discoteca Vocé viendo a los Molotov (con quienes ya había compartido escenario durante mi estancia en La Sarita). El lugar estaba repleto, el sonido infernal y la gente locaza. Iconoclastas totales, provocadores y brutales, son pocos los adjetivos que puedan abarcar la aplanadora musical que es Molotov. Mi amigo Leonardo (quien es un músico reconocido de esos lares) me llevó al show y luego al backstage donde compartí el "posludio". Tito (guitarra y voz líder) estaba relajadazo y se puso a explicar un poco la situación de violencia que se vive en la frontera norte de México. Recordamos también los tacos de carnitas en el Venadito allá en el DF, los cuales tuve oportunidad de disfrutar el año pasado y les prometí una visita este setiembre si me daba el presupuesto. Ahorita los cuates están en Rusia (San Petesburgo para mayor precisión) y andan viajando una buena parte del año. A diferencia de sus pares Maná, no andan con poses de superestrellas. Son méxicanos de a pie (salvo Tony, el gringo naco) que no tienen verguenza en señalar con sus temas lo que los corroe como seres humanos. Es decir, no fingen nada. Y eso, en esta época, es supervalioso. (En la foto Tito y un servidor)

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